miércoles, 5 de noviembre de 2014

Cataluña bajo la mafia.

Durante veintitrés años de forma directa, y cuatro de manera indirecta, una familia mafiosa ha gobernado Cataluña en su propio provecho, enriqueciéndose con grandes cantidades de dinero de origen ilícito, y con derecho a sucesión de su capo y fundador del correspondiente partido, como en las más genuinas dictaduras. Durante este periodo de tiempo, el engaño y manipulación de los catalanes ha sido continuo, con la inestimable ayuda de los medios de comunicación de la Generalitat y de medios privados, sobornados con generosas subvenciones a cargo del erario público. La cosa ha llegado al extremo de identificar Cataluña con una persona, el presidente de la Generalitat, y de considerar las críticas a él, su partido o sus propuestas separatistas como un ataque a Cataluña; y, al decir de los medios, de reclamar el pago de comisiones bajo la fórmula "le debe usted a Cataluña...". No menos notables son las palabras de la esposa del presidente, con motivo de tener que dejar su residencia en el Palau al perder las elecciones: "nos han echado de casa".

Un culto a la personalidad que deja tamañito a Franco.

Como sucede con todas las mafias, este dominio no hubiera sido posible sin numerosas complicidades: de jueces y fiscales; periodistas (como se ha señalado); políticos de Madrid, que han mirado hacia otro lado a cambio de consideraciones electorales y de la complicidad de CiU en recortes y privatizaciones, muy lucrativas estas; políticos catalanes, que se han negado a mirar bajo las alfombras cuando han accedido al poder (le llamaron "lealtad institucional"), porque ellos tampoco eran trigo limpio; de empresas que no tenían escrúpulos en pagar comisiones a cambio de asegurarse concesiones de obras y servicios, casi en régimen de oligopolio; de amplios sectores de la Iglesia, al halagar su ideología independentista; y de numerosos estómagos agradecidos por su empleo en las administraciones públicas, o por su participación directa en el pastel.

Empresas de obras públicas han manifestado que, en el supuesto de negarse a pagar comisiones, no solo no accedían a ninguna obra pública de la Generalitat, sino en toda Cataluña. Estas prácticas son propias de la más pura mafia, como las que actúan en Sicilia o Nápoles.

Como en los escenarios de crímenes mafiosos, ahora que han salido a la luz las actividades de tan preclara familia, "nadie sabía nada". Y yo que me lo creo.

Y por esta clase de gente muchos catalanes se han dejado o se dejan comer el coco. Reconfortante.