martes, 4 de diciembre de 2012

Lo que nos espera

Me refiero a la privatización de la atención sanitaria en Cataluña, al igual que se está haciendo en Madrid, donde se la está encomendando a una empresa en la que se dice que están Rodrigo Rato y otros altos cargos del PP, tan desalmados como él. Esto es lo que me ha contado un amigo, vecino de un pueblo catalán, cuyo ambulatorio ha sido privatizado:
La Dirección ha prohibido la expedición de recetas de toda una serie de medicamentos que sí están incluídos en la Seguridad Social, para sustituirlos por otros más baratos, o directamente por remedios tradicionales, del tipo una infusión de manzanilla, leche con miel...medicamentos proscritos no por un médico, sino por un farmacéutico. Como todos los médicos menos uno son privados, se ven obligados a prescribirlos, so pena de que les echen.
Al negarse el único medico oficial a seguir el juego, un día, de la noche a la mañana, se encontró con que le habían quitado 600 cartillas. Los desventurados pacientes que iban a reclamar, entre ellos mi amigo, se encontraban con un impreso ya confeccionado, en el que tenían que poner la causa de su petición, sin que se les expidiera copia alguna; ello, en vez de presentar una reclamación formal -como hizo mi amigo, tras montar un número - quien sí hizo constar que aquello atentaba contra la libertad de elección de médico; a la vez que informaba a los pobres viejos que formaban la cola, tras un rifirrafe con los empleados del centro, que pretendían que se largara. También hay que decir que mi amigo consiguió que le recetaran su medicamento habitual, tras entrevistarse con el director y conminarle a que le entregara un escrito conforme se hacía cargo de los daños que pudieran derivarse del cambio de medicamento. Pero esto no está al alcance de gente de edad o con poca instrucción.
Estas privatizaciones debemos agradecérselas a Convergencia, de quien ya dije en mi entrada "Contra el neoliberalismo" que era neoliberal. La experiencia de otros países demuestra que la privatización de servicios públicos sale más cara; pero claro, haciéndolo hay magníficas oportunidades de hacer negocio, que los políticos al servicio del neoliberalismo, y por ende de los ricos, no quieren perderse.
Convergencia y el PP han sido socios en la adopción de políticas neoliberales, vulgo recortes y privatizaciones. Por eso vemos ahora, tras las elecciones catalanas, que el PP trata de reconciliarse con los convergentes; todo lo dicho en campaña puede acabar en nada. Elecciones, dicho sea de paso, sobre las que he podido constatar en mucha gente una inmensa ignorancia y falta de espíritu crítico, que les han llevado a votar a los que son sus enemigos. Solo nos faltaría una Cataluña independiente: a los políticos catalanistas les vendría muy bien, ya que la policía y los jueces dependerían de ellos y no tendrían la tutela del Estado ni de la Unión Europea, y podrían robarnos con mucha mayor impunidad; pero pensar en una Cataluña en manos de esos políticos neoliberales, corruptos e ineficientes (como los de toda España), sin freno alguno, infunde pavor.
Debemos sustituir a la actual clase política, o seremos cada vez más pobres y con una menor calidad de vida.

martes, 27 de noviembre de 2012

¿Cataluña, un concepto abstracto?

Es lo que pretenden hacernos creer los políticos catalanistas. Con un concepto de Cataluña que no incluye a los catalanes, tienen autoexcusa para robarnos. Su lema podría ser: "¡Jo estimo molt a Catalunya, i m'embutxaco els diners dels catalans¡". Hipócritas.
Nos roban de diferentes maneras: desviando dineros públicos, extorsionando empresas -principalmente de obras y servicios públicos-, admitiendo sobornos, empleando en la Administraciones a asesores que no se necesitan y otros cargos por filiaciones políticas (mientras los fiscales se chupan el dedo), y "legalmente", con viajes y comidas suntuarios, prebendas, dando cargos a funcionarios por su filiación política independientemente de su valía, y sueldos y dietas exagerados (respecto a estas últimas, yo he visto actas de ayuntamientos de pueblos que establecían dietas del orden de 700 euros por Pleno y concejal, cuando el supuesto gasto que cubre la dieta no puede pasar de 3 euros, el coste del viaje en coche). 
Ahora que están saliendo a la luz diversos chanchullos, algunos de cuantía exorbitante, me pregunto, ¿cuánto dinero público habrá desaparecido o ha sido utilizado de manera ilícita en Cataluña, en todas las administraciones, desde el advenimiento de la democracia? Y por los mismos políticos que culpan de los problemas finacieros al déficit fiscal con el Estado, para encubrir su mala administración, gastando sistemáticamente más de lo que ingresan (la Generalitat, en la época de Pujol, llegó a déficits del 90%).
¿Te quiero, te robo?


sábado, 27 de octubre de 2012

El río más importante del mundo

Es el Miño, según me dice una amiga gallega de toda la vida, refiriéndose a lo que piensan los estudiantes gallegos. Consecuencia de un sistema educativo que prima los conocimientos sobre la propia comunidad autonómica por encima de los del país, España, y de los que resulta, en las materias de geografía e historia, la ignorancia y las mentalidades cerradas, que dañan gravemente la conciencia nacional. No es, pues, un problema exclusivo de Cataluña, como se afirma ahora y en medio de una polémica; afecta a todo el país.

Urge una solución inmediata. En mis tiempos de estudiante, se comenzaba en geografía con la enseñanza de los conceptos de los distintos accidentes geográficos (cabo, península, istmo, etc., cuya definición sabíamos de memoria); se continuaba con las partes del mundo; con los continentes; y con el país. También había una descripción de todas las comarcas españolas, lo cual y en mi opinión no tenía sentido. Pero desde luego se adquirían conocimientos. Me cuentan que al mejor alumno de un colegio jesuíta estuvieron a punto de suspenderlo en el examen de Estado (equivalente al de Selectividad), por no saber dónde desembocaba el Volga; algo que ahora sería impensable.

Resulta inadmisible que los gallegos, catalanes, cántabros, etc. estudien exhaustivamente su región, y no sepan dónde está Cádiz; ni las capitales de los países del mundo. Mi experiencia me dice que los estudiantes tienen una ignorancia tremenda.

Y yo me sabía y me sé la historia de toda España, con sus diferentes reinos medievales. No hace falta ni conviene estudiar la hitoria de región alguna, separadamente del resto, porque están unidas y se ofrece entonces una visión muy incompleta y parcial, distorsionada.

La geografía te sitúa en el espacio, y la historia en el tiempo.

Todo esto forma parte de un problema de fondo: la deficiencia del sistema educativo español. Y de otro problema, la incapacidad de nuestros políticos. 

viernes, 21 de septiembre de 2012

El euro, un engaño.

Desde el principio, vi cuadrado lo de la creación del euro, por las grandes diferencias existentes entre los países que componen la Unión Europea. Las ventajas de una moneda única son, básicamente, la de facilitar el comercio entre países al simplificar los cálculos; pero los inconvenientes superan con mucho las ventajas:
-Los países, individualmente, no pueden aplicar la política económica del tipo de cambio (revaluar o devaluar la moneda cuando les conviene).
-Tampoco pueden  aplicar la política monetaria: no pueden variar el tipo de interés, ya que lo fija el Banco Central Europeo; no pueden emitir moneda, etc.
Existe además, en la actualidad, otro gran inconveniente: la falta de una "conciencia nacional", al ser muy fuerte el sentido de pertenencia a un estado. Eso provoca la insensibilidad de los países que van mejor frente a los que van mal, sobre todo si la adopción de medidas para mitigar la suerte de los desfavorecidos exige sacrificios por parte de los que van mejor, o simplemente si ellos creen que les perjudica. Esto podemos contemplarlo claramente, cuando países del centro y del norte de Europa no sólo se desentienden de los que precisan ayuda, sino que les imponen unas condicionesque perjudican notablemente a sus intereses, atentos solo a que sus bancos recuperen el dinero prestado, sin importarles el sufrimiento de las personas (valen menos que el dinero).
¿Por qué, pues, se adoptó el euro? Simplemente, como se han hecho tantas cosas en la creación de la Unión Europea, porque quedaba bonito (el Espacio Schengen ha sido un fracaso a la hora de evitar la inmigración ilegal por las fronteras exteriores, ya que varias eran un coladero; pero se ha seguido con él). Se ha corrido demasiado; la adopción de una moneda única, en las debidas condiciones, hubiera exigido el paso de muchos años. Sobre todo, es muy importante la mentalidad de las personas que componen la Unión Europea, que debe converger antes de hablar de mayor unidad.
Gran Bretaña, que iba francamente mal, no tuvo los problemas con los mercados que sí tuvimos los españoles e italianos, porque aquellos saben que en caso necesario puede emitir moneda. Y no es esclava de la Zona Euro de la Unión Europea, como nosotros. Por cierto que creo es el único país europeo que sí tomó medidas efectivas para combatir la crisis, aunque a un coste social alto.
Todavía resulta más inicuo el procedimiento por el que se ha adoptado la moneda única, sin consultar a los ciudadanos, a los que se les habría de exponer, previamente, las ventajas y desventajas, con sinceridad. Es decir, que se pierde soberanía en cuestiones fundamentales, sin preguntar previamente su opinión a la gente. Luego se hablará de democracia...
Como decía aquel, los experimentos en casa y con gaseosa. Resulta muy cómodo lanzarse a aventuras por parte de quienes, como los políticos, tienen un trabajo cómodo y perciben grandes emolumentos. Muy diferente del que depende de un trabajo que puede perderse, más o menos penoso, y cuya suerte puede verse seriamente afectada precisamente por la toma de decisiones por parte de los políticos. Debiera arbitrarse un sistema para que respondieran por sus errores.
Pero todo resulta mucho más indignante si analizamos los tratados que han dado lugar al euro, que dejan la mayor parte del poder a un solo país, Alemania. En otro contexto, esto sería constitutivo de un delito de traición.
¿Y qué país es ese, al que se le ha dado tanto poder? Uno que tiene la obsesión por la estabilidad de precios como objetivo fundamental, como consecuencia de las inflaciones galopantes que padeció tras las dos guerras mundiales. Y el objetivo de la estabilidad de precios es incompatible con el del crecimiento.
El historial de Alemania en el siglo XX inspira cualquier cosa menos confianza: provocadora de una guerra mundial, corresponsable de otra, y autora del exterminio, por su etnia, de varios millones de personas. Y en la actualidad, el modo en que trata a parte de sus propios ciudadanos es cualquier cosa menos reconfortante y esperanzador: explota a sus trabajadores, y contempla con absoluta indiferencia la suerte de un buen número de desfavorecidos. Si esto lo hace con sus propios ciudadanos, ¿qué no hará con los de los demás países? Ya lo estamos viendo. Y eso lo hace con la complicidad de otros países del centro y norte de Europa, tan egoístas y ciegos como ella. En resumen, que los políticos que en mal día crearon el euro, se han lucido.
Como me decía uno, Alemania ahora no crea su imperio europeo enviando divisiones de tanques, sino por métodos más sutiles.
Ello sin entrar en detalles de disposiciones europeas absurdas, como la de que los estados no puedan financiarse directamente del Banco Central Europeo y deban hacerlo a través de la banca.
Deberían renegociarse los tratados; ello es mucho más prioritario que profundizar la unión política, de que se habla ahora; nos darían más por donde no digo. E inhabilitar a perpetuidad a los políticos que aprobaron nuestra adhesión al euro: gobernantes, diputados...
Ahora, a principios del 2016, actualizo lo expuesto para señalar el sufrimiento adicional que ha supuesto para nuestro país la pertenencia al euro, con ocasión de la crisis. Imposibilitados para variar el tipo de cambio, procedimiento habitual para hacer más baratas las exportaciones, la Unión Europea nos exigió que bajásemos los salarios mediante la reforma laboral, desposeyendo de sus derechos a los asalariados, para así favorecer la exportación, aludiendo a que era absolutamente necesario para salir de la crisis. No sé hasta qué punto tal razonamiento -ocultado a la opinión pública, lo que es una burla a la democracia - era sincero, u obedecía en realidad al deseo de las multinacionales de pagar menos a sus empleados; pero es contradictorio que al poco se exigiera también que España subiera el iva de la hostelería. Al disminuirse los salarios de los trabajadores, y también de los funcionarios, y facilitarse los despidos (al haber más demandantes de empleo, se bajaron de hecho los sueldos), la demanda interna disminuyó, incrementándose así la crisis. Pero con la consecuencia colateral de haberse agrandado aún más las desigualdades, y perdido cohesión social. Sabida es la triste suerte de tantos parados, obligados muchos de ellos a depender del sostén de sus padres o de la caridad de la Iglesia para sobrevivir; o a recurrir a la economía sumergida, circunstancia altamente indeseable para la hacienda pública, la competencia y para unas sanas costumbres laborales.

viernes, 24 de agosto de 2012

¿Y Fernández Ordóñez, qué?

Me refiero al que fuera Presidente del Banco de España desde el inicio de la crisis (exactamente desde mediados del 2006), y que se vio obligado a dimitir un mes antes de concluir su mandato, por el escándalo de Bankia. Aparece como el máximo responsable individual de la crisis que nos aflige, ya que a él competía la vigilancia del sistema bancario español y el establecimiento de medidas correctoras ante el excesivo endeudamiento que se estaba produciendo y el falseamiento de los balances por parte de las cajas de ahorro (lo que era un secreto a voces). Pero nadie le ha exigido responsabilidades, las penales en primer lugar, y los miserables políticos que nos gobiernan le permitieron continuar en su cargo pese a lo nefasto de su gestión.

Especial responsabilidad recae en el PSOE, que fue quien le nombró pese a ser un neoliberal. Es decir, que para regular el sector bancario nombraron a un partidario de la desregulación. Y yo pregunto:¿le va a salir gratis ese nombramiento al PSOE, a efectos electorales? ¿Tan poco espíritu crítico tenemos los españoles? ¿Y qué decir de los restantes partidos, que producido el cambio de gobierno a favor del PP, le permitieron continuar en el cargo? Quizás Fernández Ordóñez sabía demasiado.

La responsabilidad de dicho sujeto se incrementa todavía más al tener en cuenta que la Asociación de Inspectores del Banco de España se dirigíó por escrito a su antecesor (cuyo mandato expiraba; pero Frnández Ordoñez ya formaba parte del Banco) y a Solbes, en mayo de 2006, exponiendo lo pésimo de la situación. El, Solbes, la siguiente ministra de Economía, Zapatero, Aznar ("España va bien", decía, y no tomó medida alguna para reconducir la situación), su ministro de Economía Rato (cuya honorabilidad está gravemente en entredicho por el caso Bankia), y el que fuera ministro de la Vivienda (competencias englobadas en aquel entonces en el ministerio de Fomento), Alvarez Cascos, aparecen como los máximos responsables de la crisis, de entre los políticos. No olvidemos a los banqueros.

¿Es de recibo que Bankia falsee públicamente su situación económica, y el Banco de España no se entere?
Muchísimos españoles lo están pasando hoy mal o muy mal por culpa de la crisis. Pidamos responsabilidades, empezando por las penales, a quienes correspondan; y el primero de ellos es Fernández Ordóñez.

jueves, 7 de junio de 2012

El diputado y el mono

Para esta extraña democracia nuestra, en la que la separación de poderes de Montesquieu ha sido reducida al esperpento de que en el Congreso unos pocos deciden y los demás se limitan a alzar la mano o apretar un botón, sin el más mínimo asomo de dignidad, propongo que se reconozca oficialmente esta realidad y que todos aquellos diputados cuyo papel es meramente pasivo sean sustituídos por monos amaestrados. De esta manera nos ahorraríamos los más de seis mil euros que nos cuesta cada diputado, ya que un mono con unos cacahuetes pasa.

Este sistema tendría la ventaja adicional de que todos aquellos que practican el voto cautivo estarían dignamente representados por un mono, que tampoco piensa. El personal al servicio del Congreso debería colgar en internet la foto de cada mono, con el título de "Tu representante"; a fin de que todos aquellos que observan esta práctica pudieran identificarse con el citado mico.

Claro que algunos aducen que todos los diputados trabajan en comisiones. Mi experiencia me dice que muchos no tienen la más mínima idea -solo hay que ver la ausencia de requisitos para ser elegidos -, y que llegan a conclusiones claramente contrarias al principio del buen gobierno. Para cubrir el trámite, se podrían agrupar a los monos en comisiones; y una vez observado el debido tiempo de gruñidos y chillidos, los portavoces de los grupos parlamentarios podrían proclamar que el asunto "ha sido debidamente debatido en la correspondiente comisión".

Parto de la base de que el Senado sería suprimido, ya que no sirve para nada. Si no fuese así, y se quisiera complacer a los que afirman que sí es necesario, podría ser sustituído a su vez por monos con el pelo de la cabeza y cuello blanco; así tendrían la debida apariencia de respetabilidad.

Espero que esta iniciativa mía sea favorablemente acogida por la opinión pública, y se proceda a la recogida de firmas.

jueves, 17 de mayo de 2012

Contra el neoliberalismo

Hace ya muchos años, en la década de los sesenta del siglo pasado, me licencié en Ciencias Económicas. En aquella lejana época, se consideraba al liberalismo económico -propio del siglo XIX, y cuya principal divisa era "laissez faire, laissez passer" - obsoleto en cuanto propugnaba que el papel del Estado en la economía había de ser el mínimo posible, y que el mercado corregiría automáticamente los desequilibrios que se produjeran. La crisis desatada por el "crack" de 1929, la consiguiente actuación en la economía del presidente norteamericano Rooselvet, acrecentada durante la Segunda Guerra Mundial, y la "Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero" del economista Keynes, provocaron en la práctica el fin del liberalismo económico (pero que continuó presente en las mentes de muchos norteamericanos, en mayor o menor grado; no obstante, y como consecuencia de ese período, ha permanecido para siempre inalterable la idea de hacer responsable al Estado de la buena o mala marcha de la economía).

Cuál no sería mi sorpresa al constatar, sobre todo a partir de los años ochenta, el resurgimiento del liberalismo, conocido ahora como neoliberalismo y, en su versión más extrema, capitalismo salvaje. Habiéndose establecido, a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, el denominado "estado del bienestar" con mayor o menor amplitud en los países occidentales, y en consecuencia una activa intervención del Estado en la economía, no tan solo en su papel de corrector de las crisis sino con una considerable expansión del sector público (hasta el punto de hablarse no ya de economías capitalistas puras, sino mixtas), propugnan ahora los neoliberales, en la práctica, el desmantelamiento del estado del bienestar, al volver a insistir en que el papel del Estado en la economía ha de ser el mínimo posible; niegan que las crisis puedan ser combatidas con el aumento de las inversiones públicas,  y afirman que el mercado lo soluciona todo, y que por tanto cuanto menos controles haya mejor le irá a la economía; insisten en la pérdida de peso de los impuestos, ya que así el papel del Estado en la economía será menor (en Estados Unidos los impuestos a los más ricos han bajado grandemente), y lanzan muy diversas propuestas en materia de política económica, a cual más irracional y caprichosa. En suma, que según ellos la actuación y peso del Estado en la economía ha de ser mínimo, y con la mayor ausencia de controles posible, ya que el mercado se encargará de solucionar los problemas que vayan surgiendo. Es esta ausencia de controles, junto con la codicia y la insensatez, lo que ha provocado la actual crisis mundial; no desvirtúa esta afirmación el hecho de que las causas inmediatas de la crisis hayan sido, además de la debacle financiera provocada por los productos basura (permitidos y descontrolados), el endeudamiento consecuencia del "boom" inmobiliario en muchos países, y en concreto en el nuestro; se podría haber frenado el boom actuando a tiempo sobre la banca por parte de los bancos centrales y los gobiernos, imponiendo coeficientes y reservas. Pero se prefirió dejar hacer, ya que los especuladores y la banca iban ganando mucho dinero, y hubieran puesto el grito en el cielo.

El neoliberalismo se basa en dogmas. Es por ello que en los tiempos en que yo estudiaba, se le consideraba carente de todo fundamento científico y racional. A través de los trabajos de los economistas a los que podríamos llamar normales, se demostró y se continúa demostrando la falacia de la argumentación neoliberal, que otorga al mercado, un ente que físicamente ni siquiera existe, propiedades divinas, como si se tratara de un dios: todo lo soluciona. Resulta paradójico que los dogmáticos en economía a lo mejor critiquen el dogmatismo del catolicismo (de entrada, los protestantes, cuya religión o religiones no son en absoluto ajenas al auge del liberalismo, al considerar que el éxito en la tierra, la riqueza, es una señal del éxito en el más allá).

A los europeos nos puede extrañar tanto dogmatismo. Si hubiésemos vivido en los Estados Unidos, cuna del neoliberalismo, no nos extrañaría tanto. Allí imperan el individualismo y un concepto extremo de la libertad; constituye toda una filosofía de vida. Y es esta filosofía la que propicia el neoliberalismo económico, al negar papel al Estado. La aceptación de los fuertes controles establecidos en materia de seguridad a raíz del 11-S constituye toda una contradicción. Otro factor que propicia el neoliberalismo, tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña, es la renuencia a pagar impuestos; que parte del sector público esté en manos privadas y resulte menos eficiente - las empresas privadas se rigen por el principio del beneficio, y no por el del interés público - y más caro a la postre, no se percibe. Y tampoco podemos olvidar el culto al dinero que se da en Estados Unidos, ni las prácticas de los grupos de presión (que detentan el dinero), que en otros países serían ilegales.

En economía no se puede ser dogmático; hay que ser pragmático. Y cuando los dogmas resultan ser falsos, como ocurre con el neoliberalismo, las consecuencias son nefastas, como ha ocurrido con la actual crisis. Si algo aprendí en mi carrera, fue a analizar detalladamente las causas y supuestos efectos de los fenómenos económicos; por eso me sonrío cuando contemplo determinadas afirmaciones de economistas neoliberales y de políticos, que parten de bases falsas producto de su dogmatismo; aunque no soy tan ingenuo como para no sospechar que con frecuencia son hechas con mala fe, para favorecer a los más ricos.

Y es que los efectos del neoliberalismo, aplicado en la economía inicialmente en los Estados Unidos y en la Gran Bretaña de Margaret Thatcher, no han podido ser más desastrosos, hasta culminar en la actual crisis. Las sociedades de los países occidentales, pero primordialmente las anglosajonas, se han ido polarizando, ensanchándose cada vez más la brecha entre ricos y pobres, con la consiguiente pérdida de cohesión social, y perdiendo poder adquisitivo los salarios, en beneficio de los más ricos, que lo son cada vez más.

Esta bajada de los salarios reales merece un punto y aparte. La buena marcha de la economía depende (entre otras cosas), de la existencia de una demanda activa; cuando la demanda cae, bajan la producción, los beneficios de las empresas, las inversiones y el empleo; y, al decaer la actividad económica, se contraen los ingresos públicos resultantes de los impuestos, y se producen los déficits públicos. Y, cuando los salarios reales bajan, la demanda global lo hace también. El aumento de renta del sector más rico no se traduce en un aumento del gasto, ya que lo que los economistas llamamos la propensión marginal al consumo (el incremento del consumo cuando los ingresos se aumentan en una unidad, propensión que oscila entre 0 y 1), es mucho menor entre las clases altas que entre las bajas (están ya abastecidos de casi todos los bienes), y el resultado de este aumento de renta es el ahorro, el consumo suntuario, las inversiones financieras no productivas y la evasión a paraísos fiscales.

A medio plazo, la bajada de los salarios reales, que postulan los neoliberales con diferentes argumentos, resulta perjudicial para todos, incluídas, por supuesto, las empresas. Pero al margen de que siempre hay unos cuantos ricos que se las arreglan para salir ganando (ellos, no las empresas; para eso existen los paraísos fiscales, etcétera), el neoliberalismo es ciego, y la codicia y los prejuicios de sus partidarios les impiden ver más allá del corto plazo.

¿A quién beneficia el neoliberalismo? A unos pocos, precisamente los más ricos  -financieros, algunas grandes empresas multinacionales, etc. -, a costa de la masa. Una flagrante contradicción de los neoliberales propicia esto: según ellos, el Estado debe tener un papel mínimo en la economía, pero -¡oh casualidad¡ - sí debe intervenir para rescatar bancos, con el dinero de todos. En Estados Unidos, bajo la Administración Obama (y eso que es del Partido Demócrata), hemos visto la aberración de que, con los dineros públicos, los bancos que han precisado la ayuda del Estado han procedido a repartir "beneficios" a sus accionistas, a la par que sus directivos se han asignado millonarias retribuciones, sin ir por ello a prisión (y esto último ha pasado en todas partes, también en España; aunque cuando escribo estas líneas, esto está al parecer bajo investigación judicial).

Con los bancos pasa que cuando las cosas van bien, banqueros y accionistas se benefician. Y, cuando van mal, paga el contribuyente. Así, los banqueros se enriquecen. Y existen otros financieros que han hecho grandes fortunas con sus participaciones en los beneficios de las corporaciones en las que trabajan, y que cuando van mal dadas y los clientes pierden todo o la mayoría de lo que han ganado, se desentienden. Sin contar a los que se enriquecen con prácticas delictivas o que debieran serlo. En Estados Unidos un 1% de la población detenta una proporción considerable de la renta, y ese 1% es muy influyente; los ingresos de ese sector aumentaron rápidamente precisamente durante la época de la desregulación. Para más información, ver el libro "¡Acabad ya con esta crisis¡", de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía.

¿Cómo puede permitirse que unos pocos, precisamente los ricos, se enriquezcan cada vez más - una riqueza suplementaria que no necesitan para nada -, a costa del empobrecimiento de la masa y del sufrimiento de parados y trabajadores, cuyos derechos se ven cada vez más mermados, en nombre de la "libertad de empresa y de mercado"? ¿Puede darse algo más indignante que la especulación con los alimentos, causando padecimientos físicos y psíquicos, así como la muerte, a millones de personas? Merecerían esos codiciosos que se les sometiera a una muerte lenta por hambre, como ellos hacen; o, al menos, que se vieran en esta situación durante un tiempo.

La especulación siempre acaba mal; sugiero a quienes lean esto, que se lean también el libro "Breve historia de la euforia financiera", del economista John K. Galbraith. Ese libro debería ser de lectura obligada en todos los colegios; quizás de haberlo hecho así no habríamos visto tantos disparates como los que nos han conducido a la actual situación (¿a los banqueros, promotores, inversores, ayuntamientos, gobernantes, etc., no se les ocurrió que el boom de la construcción un día se acabaría? ¿tan burros eran?). Pero la especulación no acaba mal para todos; no para el que sabe saltar a tiempo, que puede hacerse con una  gran cantidad de dinero. Este sencillo razonamiento, junto con el "colchón" del dinero público de que disfruta la banca, y que la codicia es ciega, explica en parte la exigencia de la ausencia de controles que predica el neoliberalismo.

Hago una disgresión sobre la especulación. Socialmente es siempre perjudicial. ¿Debemos permitir que se siga especulando con materias primas, encareciendo su precio final ("mercados de futuros"), con alimentos, o simplemente con la deuda de los Estados, provocando movimientos especulativos que empobrecen a países enteros? Yo creo que no, que debiera prohibirse, amén de restringir la libre circulación de capitales a corto plazo (oh, qué he dicho. ¿Pretendo establecer barreras a la libre circulación de capitales? Pues sí). Y que los infractores vean decomisado su dinero, del que hacen mal uso -no existen derechos absolutos, y el de la propiedad tampoco lo es -, de la misma manera que a los contrabandistas y traficantes de drogas se les decomisan los útiles empleados para el delito, y el dinero ganado.

Limitando la especulación, quizás se podría conseguir que las ingentes cantidades de dinero que hoy se dedican a la especulación financiera se desviaran hacia la economía real, al resultar aquella menos rentable y más problemática.

Como es lógico, los postulados de los neoliberales no podrían llevarse a la práctica sin cómplices: los políticos, los periodistas...La alianza de los políticos con el poder económico no es nueva; es arrimarse al ascua que más calienta: algo sacarán, y en Estados Unidos obtendrán su cargo gracias al dinero de aquellos, cuando no prebendas y dinero en mano. Que los periodistas, a su vez, se sumen al carro, resulta algo más chocante. Tanto hablar, durante la época de Franco, de lo que podrían llegar a hacer si no hubiese censura, y ahora que no la hay, vemos que los medios de comunicación, con contadas excepciones, dan las noticias -me refiero a cuando informan de hechos indignantes -, de forma aséptica, sin criticar o apenas a los políticos.

Hoy, todos los partidos políticos relevantes de nuestro país se hallan impregnados de neoliberalismo: Partido Popular, PSOE, en Cataluña Convergencia... Que hasta el PSOE se halla vuelto neoliberal (recordad a su último Ministro de Trabajo: "pasarán lustros antes de que puedan volver a subir los salarios"), constituye una traición inaudita al socialismo, al país y a los trabajadores que dicen defender; no puede considerarse ya un partido de izquierdas, sino claramente de derechas. Y ello tiene sus antecedentes hace ya muchos años; recordad que Felipe González fue el creador de los contratos basura. El escaso espíritu crítico de nuestra sociedad provoca que la democracia no funcione como debiera; la gente no vota en consecuencia.

En la citada obra de Krugman, se desliza la inquietante sospecha de que los gobernantes europeos se hayan vendido a los neoliberales a cambio de futuros cargos ( y yo añado que se hayan vendido también a los alemanes). Lo impopular de sus políticas les resbalaría, ante la perspectiva de fuertes prebendas (cuando no se les otorgan en sus propios países, como se hace en España con los expresidentes al hacerlos miembros del Consejo de Estado). A mí me resulta incomprensible que los gobernantes de los desgraciados países intervenidos acepten las medidas de la Unión Europea: al contraer los gastos públicos con las "medidas de austeridad", y no compensar esta contracción con un aumento de las inversiones públicas, se contrae la economía y se agrava la crisis, y por lo mismo se perciben menos impuestos, en lo que se ha denominado una "espiral infernal".

Utilizando el lenguaje del economista Galbraith, un "poder compensador" que no funciona contra el neoliberalismo son los sindicatos españoles, adormecidos con las subvenciones del Estado. Resulta paradigmático que no se hayan alzado contra el "despido por causas objetivas" en las pequeñas empresas, que en la práctica es libre, pagando veinte días por año trabajado, ya que nadie controla le veracidad de las causas objetivas invocadas. Y esa deriva ha sucedido gobernando los socialistas.

Paso a hablar de algo que en estos momentos es crucial, la medida de política económica de realizar inversiones públicas como medio para reactivar la demanda y por ende la economía. Probada por primera vez en la época contemporánea a raíz de la crisis desatada por el "crack" de 1929, y expuesta de modo científico por el economista Keynes en su "Teoría general", ya citada, su efectividad está fuera de toda duda...para las personas razonables; pero no para los neoliberales (estos quisieran que la mayor parte posible de los recursos del país fuera para ellos, no para el interés general. Además, la realización de inversiones públicas puede exigir un aumento de los impuestos precisamente para las clases ricas, y en su egoísmo se considerarían perjudicados. Por último, ello cuestiona el fundamento del neoliberalismo, la no intervención del Estado en la economía).

De la mano de los alemanes (cuyos bancos han prestado enormes cantidades de dinero y temen por su devolución), del que fuera presidente del Banco Central Europeo, Trichet, y de otros políticos y cargos destacados, se ha ido implantando la falacia -que Krugman denomina "El Gran Engaño" -, de que la actual crisis es debida a los déficits fiscales y que, en consecuencia, lo que procede es la austeridad (de las consecuencias de esta ya he hablado anteriormente: la "espiral infernal"). Ello es absolutamente falso: la crisis económica vino de la mano de la debacle financiera y del pinchazo de la "burbuja inmobiliaria", y el déficit fiscal vino después y como consecuencia de la crisis (menos ingresos públicos, aumento de los gastos del paro provocados por el gran incremento del número de los desempleados, rescate de los bancos). No nos venga Rajoy con sus cantos de sirena: la austeridad no es condición indispensable para salir de la crisis, ni se saldrá de esta con la austeridad, ni con la reforma laboral, ni con otras reformas. Si no hay demanda, las empresas no aumentarán su producción, ni invertirán, ni en consecuencia contratarán más personal; y en unos momentos en que la demanda del sector privado es notoriamente baja, debe impulsarse la demanda total mediante las inversiones públicas.

Con ello no quiero decir que no haya que recortar gastos, ya que durante muchos años ha habido la cultura de que el dinero público era poco menos que ilimitado, y se ha venido gastando lo que no se tenía por motivos electorales. Recordemos los grandes despilfarros realizados por el PSOE: el PER, la deducción fiscal a las rentas del trabajo realizada por Zapatero cuando ya las cosas venían mal dadas, el aumento de las pensiones mínimas en plena crisis y que ha provocado el poner el sistema de pensiones en riesgo de quiebra, las pensiones no contributivas a cargo del sistema de Seguridad Social, etc. Pero también las inversiones en aeropuertos y líneas de AVE que no funcionan, la costumbre de muchos ayuntamientos y comunidades autónomas de si ingresaban 100, gastar 120 (Cataluña incluída; en la Generalitat de Convergència llegaron a haber déficits del 90%), el excesivo número de universidades, etc.

La adopción del euro dificulta la recuperación económica. De ello trato en la entrada "El euro, un engaño". Otro factor que en España entorpece la reactivación es el endeudamiento de las familias que han adquirido una vivienda en los años del "boom", ya que les queda poco dinero por gastar en cosas que no sean la hipoteca.

En suma, debe estimularse el crecimiento mediante las inversiones públicas, preferentemente en sectores con un efecto multiplicador elevado. Estas inversiones deben realizarse en toda la Europa del euro, tanto por ser la única alternativa posible, como porque toda la zona está afectada (incluso Alemania, aunque en menor grado), así como también porque todos los países de la Unión Europea están económicamente relacionados y en consecuencia el aumento de demanda puede ser satisfecho mediante empresas de cualquier país de la zona. La existencia de una clase política entregada al neoliberalismo (por no decir vendida), constituye un notable obstáculo, así como la obsesión alemana por la estabilidad monetaria. Hay que decir que en la actualidad, en que una buena parte de la capacidad productiva de la zona euro está inactiva, un aumento moderado de la masa monetaria no tiene por qué ser inflacionario; y, aunque lo fuera, si está contenida puede ser incluso beneficiosa para el conjunto de la economía.

Para acabar, hago una breve reflexión. ¿No hay ninguna institución que nos respalde en la lucha contra el neoliberalismo? Hay una, la Iglesia Católica, la única que tiene una Doctrina Social, que desde siempre ha afirmado que el trabajo no es una mercancía, y que propugna la intervención del Estado en la economía. Por eso me sorprenden aquellos que claman contra la actual situación y a la vez se muestran hostiles contra la Iglesia y la religión. No olvidemos que la actual crisis no es solo económica, sino también de valores.

Bibliografía:Obras en general del economista John Kenneth Galbraith.
                  "Caída libre" de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía.
                  "¡Acabad ya con esta crisis¡", de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía.
                  "Algo va mal", de Tony Judt.
 


lunes, 7 de mayo de 2012

Introducción

Soy escritor aficionado. Como poseo cierta cultura, he vivido en varias ciudades y tengo intereses muy diversos, puedo escribir sobre temas muy heterogéneos: lo mismo sobre un museo, que una receta de cocina, o una guía básica sobre una provincia, o sobre economía o política. Por eso he hecho este blog, pues aunque he escrito algunos artículos para periódicos y revistas, no quiero depender del criterio de otro para publicar lo que me apetezca. Así pues, este blog será variado, y deseo que os interese.