martes, 5 de noviembre de 2013

El neoliberalismo económico, una ideología perversa.

Esta entrada es una especie de colofón de la titulada "Contra el neoliberalismo", por lo que recomiendo leer primero esta última.
 
Como hemos visto, el neoliberalismo económico, alias capitalismo salvaje, no tiene fundamento científico ni racional, sino que es una mera ideología.¿Y qué persigue dicha ideología?
 
Teóricamente, el mejor funcionamiento de la economía. Pero sus fines encubiertos son muy otros: que los que sean más ricos, puedan serlo más a costa de la masa, y que para ello no tengan las trabas que puedan oponerles los Estados; así como el pagar los menos impuestos posibles.
 
Se trata del triunfo de la codicia y de la más absoluta carencia de escrúpulos, así como del individualismo. Sus aplicaciones prácticas las podemos ver en la especulación con los alimentos, contra la deuda de los Estados, las hipotecas basura, los mercados de futuros (que especulan con los precios del petróleo y materias primas), la socialización de las pérdidas de la banca y la privatización de sus beneficios, la privatización de los servicios públicos (para darles carnaza a los políticos aliados con ellos y a sus familiares) y la destrucción del Estado del Bienestar, el descontrol de la banca,de las cajas de ahorro y del mercado financiero en general; el envilecimiento de las condiciones laborales y la consiguiente explotación de los trabajadores; una tributación ventajosa para las grandes empresas y los ricos; la falta de freno a la especulación inmobiliaria; la negativa a darle la vuelta a la crisis con un programa de inversiones públicas a nivel europeo; la primacía del cobro de las deudas estatales y de la banca sobre el nivel de vida de la población de los países deudores (lo que es lo mismo que decir del dinero sobre las personas); la prevalencia de la economía financiera sobre la real, etc.
 
La desregularización económica y la crisis económica subsiguiente no ha sido obstáculo para que los más ricos se hayan hecho más ricos todavía, y que se haya incrementado la brecha entre ricos y pobres: en Estados Unidos, los ingresos del 1% de la población más rica se han cuaduplicado entre 1980 y 2007, la época de la desregularización, mientras que se considera que la superélite, el 0,1%, ha obtenido una ganancia del 660%; para ese mismo periodo, la Oficina Presupuestaria del Congreso constató que el 20% superior de la población había experimentado una mejora de sus ingresos del 65%, mientras que el 20% inferior solo del 18% (ver Paul Krugman, "Acabad ya con esta crisis", pag.86). En internet pueden encontrarse otros indicadores.
 
Las consecuencias de la aplicación de las políticas económicas neoliberales han sido desastrosas: una crisis económica generalizada de las más graves que ha visto el mundo occidental; estados quebrados, y víctimas a su vez de los especuladores financieros y de los países más ricos, como Alemania; bajada de los salarios reales, un considerable desempleo, el subempleo y el empobrecimiento general de la población; la ausencia de perspectivas de mejora; jóvenes a los que se considera "una generación perdida"; el resurgimiento del hambre infantil en algunos países; una corrupción generalizada, ya que los más ricos han comprado a políticos (y estos a jueces y fiscales), periodistas, economistas, y poco menos que a todo el mundo; el desmantelamiento progresivo del Estado del Bienestar; y la perdida de cohesión social.
 
La codicia de los neoliberales y de sus secuaces tiene un magnífico ejemplo en la Biblia: el del rico que tenía noventa y nueve ovejas, y el pobre que tenía solo una; el rico no paró hasta quitarle la oveja al pobre.
 
Se trata, como ya se ha podido apreciar, de un sistema perverso, y que constituye para Europa una amenaza igual o mayor que la que en su día supuso el comunismo. El neoliberalismo económico ya fue explícitamente condenado por Juan Pablo II, en una  Exhortación Apostólica. La Doctrina Social de la Iglesia siempre ha propugnado la intervención del Estado en la economía, para corregir sus desequilibrios (por ejemplo, en la encíclica Caritas in veritate); y es de ver cómo Francisco ha criticado reiteradamente el capitalismo salvaje. La Iglesia es las pocas instituciones universales que se opone al presente estado de cosas; y mi aspiración sería que Francisco, en su próxima encíclica sobre la pobreza, condenase al neoliberalismo como intrínsecamente perverso; como en su día  hizo el papado con el comunismo.

Escrito esto, el 26.11.2013 el Papa Francisco ha publicado la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Aunque todavía no he tenido tiempo de leerla toda, ya no aspiro a que el papa, que se ha expresado en ella con su acostumbrado lenguaje directo y sin tapujos, diga nada más contra el neoliberalismo. Aconsejo su lectura, y especialmente sus puntos 53 a 60 y 202 a 204. Es un texto extremadamente contundente contra la ideología imperante en materia de política económica, que levantará muchas ampollas entre los poderosos y sus sirvientes, y que por cierto pone de relieve la elevada categoría intelectual de Francisco, puesta en duda por algunos. Puede observarse que a algunas de las cosas que dice ya me había referido yo en este blog; lo que afirma, lo apruebo (y que rabien, como ya lo están haciendo, los economistas neoliberales norteamericanos, que afirman que se ha metido con el capitalismo -no lo nombra -, cuando lo cierto es que con el que se ha metido es con el denominado "capitalismo salvaje").

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